Si me diera por reconocer la verdad, tendría que admitir que las mañanas
Iggy Pop eran solamente resacas espantosas de un tío que, con cada una de
ellas, era un poco más viejo y más débil como para encajarlas con el cuajo y la
vergüenza torera imprescindibles. Ahora, con el paso del tiempo y su ausencia,
las extraño por el regusto a nostalgia, a libertad perdida y, en resumen a
inmadurez que desprende su memoria (¡Coño! Qué pedante me ha salido esta última
frase, maquillémosla en que es “lírica”). Las mañanas Iggy Pop eran lo salvaje,
la vida casi. Su nombre lo condensa. Eran despertarte como se te hubiese
digerido y cagado una bestia mitológica. Pero entre todo lo malo que venía con
ellas (especialmente a nivel fisiológico-endocrino) se mezclaba un aire de pura
vitalidad, un autoconcepto de ser flaco, sublime, etéreo y tener el alma lo más
cerca que se puede de salirse por la piel, como la repugnante transpiración
espesa de esas mañanas, sin diñarla previamente. De eso no te dabas cuenta en
el momento porque la sintomatología del resacón lo anulaba a la percepción.
Aunque era algo real, indiscutible, quizás el motor con que sobreponerte o la
esencia de lo que te obligaba a mandar a tomar por el culo tus buenas
intenciones para el viernes siguiente (o sábado, o lunes, el día es lo de
menos) en el que te disparabas al centro de la medula un chupito de absenta que
fuese el primer detonador de la próxima mañana Iggy Pop.
He mencionado algo de la iconografía del nombre. Su bautizo fue más
sencillo. En plena nausea, con los escalofríos sacudiéndome el espinazo, le
aseguré a un compañero de piso que estaba como Iggy Pop cualquiera de sus
mañanas. El otro, que era lo bastante “cultivado” para comprender las alusiones
drogadictas (aunque mis mañanas Iggy Pop se constriñesen a un incipiente y
violento alcoholismo. Era –y lo sigo siendo. Demasiado pobre para permitirme
barroquismos en mis estados alterados mediante prohibitivos e ilegales
productos químicos) de la referencia. Y allí lo acuñamos. El término “mañana
Iggy Pop” se afianzó como definición ejemplar de mucho significado para muy
pocas palabras.