domingo, 1 de enero de 2012

Las llagas XXI

        La trampita china del cabrón de mi primo hermano me la encuentro por la noche y no es otra que mi primo (otro primo más al cuento), el retrasado mental adolescente. Mi genética no es pedigrí de raza ¡No señor!

         Esa desgracia humana que se me emparenta es un ser grande, gordo, rubio, con el mirar perdido en el vacío de los subnormales. Me saluda, nada más verme, emanando efusividad grotesca. Lo hace a voces con su timbre chillón, estridente, y dándome golpes afectuosos de asno. El colega es un punto. Cuando nos juntamos todos es un puto revolver de ruleta rusa que gira apuntando su munición obscena y poderosa, capar de reventar medio cráneo, hacia cualquiera. Siempre hay uno que se lo topa, solidaridad familiar y que el tonto también tiene derecho a ser por el mundo. Vive en la otra punta de España pero veranea, muy charnegos todos ellos, aquí cada año. El sudas de mi otro primo se lo ha montado bien. Ya me extrañaba. A mí, en el fondo, y más en este momento, me la pela bastante el tonto, el listo y el espíritu santo. De endosármelo nada, si quiere venir que se venga, si el otro cabrón quiere desaparecer que desaparezca. Siempre he divulgado la teoría de la supervivencia del borracho. Con un poco de suerte el deficiente me irá a por las copas y le sacaré unas cuantas. Presumen de ricos, que se joda y pague. Después ya proveerá alguien. Yo tengo pensado acabar en mi casa, pase lo que pase, que me lo he ganado y cada mochuelo a su olivo. Abro fuego con un chupito de absenta (milagro que tengan) calentorro que me parte el alma.

         Al de la actriz porno le acaba saliendo rana el plan. Me alegro por él. Sí que se acaba librando del tonto pero se está, o estará, que ya no anda por aquí, cenando una resaca tomatosa de su novia. Sincronizando. Debe ser la semana temática del “óvulos caducados fuera”. Por otro lado, si nos ponemos a hilar fino, en este instante, en cualquier instante, hay, en algún sitio, una tía menstruando. Si se mirara geográficamente desde un punto cualquiera del planeta para adelante y en orden, podrían hacer la ola con compresas, tampones y lo que quiera que sea que utilicen en el tercer mundo para tapar y recoger. A cualquier extraterrestre, o técnico de la NASA vía satélite, que lo viese lo dejaría de medio lado. La pornostar de mi prima política, además, se va de varas. Lleva todo el día capuccino va, acelerón de motoreta viene. Tiene la zona, por lo que se ve, en estado de sitio. Ya estarán durmiendo abrazados, (supongo, desde que se han ido hace una hora…). De fondo sonarán los retortijones de ella y mi primo dirá que son violines.

         El tonto y yo nos quedamos solos. Por hacer vida social le pregunto por sus asuntos. Como no deja de ser un adolescente me acaba hablando de sus vivencias psicosexuales. Son un ladrillo, pero no hay otra cosa y me va a por la bebida (¡Buen perro!). El piojoso se va al otro extremo de la barra a pedir. Es el que atiende una rubia que no soy muy capaz de describir bien porque la proceso a través de una hostia calibre piano. Allí tarda el doble que en nuestro lado, donde abreva a la tropa un cateto al que el cuentarrevoluciones le va por la tercera vuelta por la medicina contra el asma. Por lo demás, el bar está lleno de viejos. Cuarentones esperpénticos que lo dan todo en el partido de homenaje. También grupos de homúnculos catalogados por pueblos. Las copas son a dos euros y fluyen orgiásticas. Yo ya voy a quintos. Son las dos y algo.

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