domingo, 29 de agosto de 2010

El sur resurgirá II


        A la puerta del super, en la cara interna del soportal de los carritos, una rubia fea y uniformada sonríe al lado de un “gracias por su visita” en tipografía amarilla simple, básica. Debajo un comunitario europeo aceitoso extorsiona, disimulándolo en mendicidad, la moneda a las marujas que van a aparcar. Mercado único e integración. Ahora tendría que sonar Beethoven. Miro mi cesta. Me doy cuenta que como igual que un obeso mórbido: bollería fina, mantecas de cacao, latas… En síntesis, química suficiente como para bombardear con éxito toda la rivera del Mekong. No le digo una palabra a la cajera, mezcla de clasismo rancio y miedo al ser que me cobra. Pago con billetes guarros y gastados de cinco y me echo el cambio en el bolsillo de atrás del pantalón. La telerrealidad en vivo me excita sexualmente. Comprar siempre es una buena ración. Por eso salgo con el nardo caballero llevando mi pienso barato para subhumanos. Atiendo de reojo al antiguo ciudadano de satélite soviético. Pienso: “¡Te jodes que no llevo carro!”. Supongo que el me diría :¡Te jodes que manejo más líquido que tú, desgraciado, muerto de hambre!



        Me alejo, camino a casa, distraído en la fantasía de una cópula animal con una de las reponedoras sobre el rincón de la leche, mojándome, salpicando, reventando bricks, chapoteando con los pantalones bajados, empapados de leche, pegajosos. Me da por ahí. La reponedora en cuestión tiraba de un palé con productos de limpieza, rollos de papel, tanto de cocina como higiénico, y algunas cajas de cosa menuda como botes de champú, lavavajillas… Trajinaba perezosa por el pasillo correspondiente. Era la perfecta hija del barrio con sus mechas platino, sus pedacitos de metal atravesando tejidos de su cara, la estrella de cinco puntas tatuada en lo alto del cuello, debajo de una oreja, sus uñas estridentes, su chicle rumiado. No es que fuese espectacular, en absoluto. La ropa era corporativa y lo único deducible es que no estaba gorda. Todo un portento tal y como está el mundo. Eso y que llevaba tanga, seguro. Todas ellas lo llevan, normalmente barato, de mercadillo. Siempre he sido más de bragas. La estuve contemplando un momento, admirando casi. Nunca será nada, el pensamiento de una fantasía sexual que me durará un rato..



        Al llegar a casa me desnudo, me tiro en el sofá y empiezo a comer lo que traído ansioso. Migas y desperdicios, gotas de relleno, salsa, me caen por encima mientras veo la televisión. Soy uno más de los míos. Somos superiores y dominaremos el mundo. Coparemos la civilización. No nos hibridaremos, adalides de la especie floreciente ¡Qué le den por culo a todo lo demás! ¡Mierda! ¡El sur resurgirá de sus cenizas! ¡Si, resurgirá!



No hay comentarios: