domingo, 8 de agosto de 2010

Por la ventana I


        ¿Porqué cojones da voces? ¿Porqué cojones lo hace aquí? ¿No habrá otro sitio? Es profundamente asqueroso oírla. Es algo corrupto, podrido, sucio. El término eugenesia me ronda. Sería la solución como selección artificial, más rápida, eficaz y eficiente que la natural. También sería la solución a sus voces. ¡A mamarla, Darwin, que ya no haces falta! Se me va la cordura. La habitación está oscura, pero es una oscuridad naranja por las dos rendijas intermitentes de la persiana bajada. Me pego a la tela de la sabana y la bajera. El brazo derecho y la cara me sudan donde se tocan. Tanto que parece que la carne se me fusiona en una masa blanda, húmeda y pringosa. Cabeceo mezclando realidad y sueños. Las chorradas que se me pasan por la mente REM me parecen genialidades. Fuera sigue dando voces. Su tropa también, aunque lleve la voz cantante. Cuando no le conviene ordena silencio, insulta, amenaza. Es una buena actitud política. En esto pasa un coche con flamenco fusión electrónico para hillbillies autóctonos tronando. Aunque la arrabalera del “¡Ay, ay, ay!” se esfuerce en llegar alto, muy alto, el “bum-bum” hueco de la base rítmica en el altavoz de graves le apaga lo voz. ¡Subnormal! Eres tan tonto que no te das cuenta de que esta ecualizado como el puto culo. Si eres tan paleto de coger un tercera mano y meterle altavoces de oferta sin ton ni son, por lo menos podías utilizar música que los potenciase. Y no me refiero a Beethoven, al que sentirías placenteramente en las vísceras, en los intestinos por donde pasa toda tu mierda, cada golpe como un pequeño espasmo sexual hasta el perineo. Ni a ti ni a mi nos alcanza el nivel. Evangelizando por el mundo. ¡Que te den, niñato hijoputa! Hasta los putos tirados viven mejor que yo. Por lo menos sus padres les pagan coches ruinosos y no se las ven y desean para venderle la moto a alguna de joder al raso en el banco de un parque. Consuela que de cuando en cuando el Karma, por esto de compensar un poco, mezcle en la licuadora de su piso de estudiante alcohol, niñato, coche, carretera comarcal, ciento y algo por hora, etc. El resultado, alguien besando el salpicadero, un rocket man taladrando con los cuernos un alcornoque y los bomberos dándole al abrelatas con banda sonora de reggaeton superviviendo en el amasijo. Cosas que pasan.

        Vuelve a gritar, agudo, histérico, desagradable. Pega un chillido atroz de violada ex yugoslava y le sigue un coro. Se ponen a correr y las chanclas de plástico palmotean el asfalto caliente. Parecen azotes en ametralladora. ¡Su puta madre duerme aquí! Adopto la decisión más inteligente, me levanto de la cama. A oscuras seco el sudor de torso, cuello, sobacos y cara con la sábana húmeda, que se ha salido por abajo. Echo la pelota arrugada, que ya malhuele, al suelo y abro la persiana. El sol de media tarde irrumpe (¡Joder! Que pomposo y que mal queda). Me duelen las cuencas. Arrugo la cara y el entorno, blanco brillante, se concreta. ¡Sigue gritando! ¡Sigue gritando! ¡Sigue gritando! ¡Sigue gritando! ¡Sigue gritando! ¡Sigue gritando! ¡Sigue gritando!

3 comentarios:

papeleradereciclaje dijo...

Al leerte me entran ganas de beber absenta y la nostalgia de unos años autodestructivos. El futuro no pinta mejor

las putas miserias dijo...

libera a tu Señor Melocotón

Dirty Clothes dijo...

Alguien se levantó con mal pie...