domingo, 6 de mayo de 2012

Regla I



         Por experiencias anteriores sabía que debajo de la ropa no había mucho bueno. También sabía que comprar los condones baratos del super (aunque de una aceptable calidad a lo ak-47) y meterlos en ese su coño, que ya ni apretaba ni hostias, hacía que todo oliese luego a mal estereotipo de pescaderías y demás fruti di mare. Lo cierto es que después de unas cuantas veces había perdido bastante motivación en lo que a la relación se refería. Habíamos tenido cuadros de todos los colores, como la fantástica noche en que, en medio de una discoteca penosa, me dijo un te quiero en mal inglés que me llegó como un cruzado a toda la puta oreja, por corresponder, a la hora o cosa así, la propuse que una amiga suya se uniera a la pequeña orgia (en plan caligulilla) que me estaba montando en la cabeza y que me quería montar en un futuro inmediato en mi habitación… soy un romántico empedernido ¿Qué se le va a hacer?

        Hoy no me deja mucho, ¿Qué cojones la pasará? Porque vamos, si ha venido, es para dar uso y disfrute a la sardinilla. No se creerá que es que me apetecía pagar una pizza (con piña, con puta piña, y esa ha sido la cena) y pasarme la noche de plan, pelando la pava, sin entender una mierda de lo que me cuenta y sin importarme un carajo de lo que entiende de lo que yo la cuento... le pregunto, que soy un tío educado de los que les gusta informarse antes de acometer cualquier tipo de medida. Tomate week ¡ole! La semana de la sangre en el corte inglés.

         A lo que me toca venirme arriba, pegar de huevos y decirle que no me da miedo la sangre, y que mañana lo que no quite el gel de ducha allí se queda, y que en peores plazas hemos toreado; que el mañana pertenece al mañana y el hoy al hoy y que me da por e culo todo porque es lo menos malo que puedo conseguir sin pagar y que seguro que ella puede piyar algo mejor si no se tiene en cuenta la puta nacionalidad apestosa que dice que soy algo pequeñito, malvado y violento que sigue al duque de alba en sus teorías antropográficas (al bueno, no a las mariconas que vivieron después). Lo último es un bolero, para engrasar. También es una pedrada que me pega pero es que tampoco sé que más meter y cómo cojones endilgar el negocio.

         Pero el cañonazo desde la frontal del área se marcha a la grada arreando a una vieja que come pipas tan tranquilita con una bufanda del equipo y el nieto aburrido como un gato por la mierda del partido. No se puede jugar. Bueno, pues ya me dirás de dormir abrazados cuando es un suplicio inquisitorial en el que sudo como un cabrón y solo rasco, en claro, los pies fríos y la cabeza caliente, literal. Le digo que si, faltaba más. y empezamos con el mamoneo los besitos ruidosos, la salivilla que se escapa por una de las comisuras y demás mierdas…


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