domingo, 7 de agosto de 2011

Las putas miserias II



        ¡Un añito! ¡Con dos cojones! Domingos (día puto de la semana) de agosto y tal. Lo primero, y por eso de la educación y el protocolo: muchas gracias a los millones de no lectores que os habéis enganchado a Las Miserias. Según las estadísticas que aparecen en mi cuenta de usuario, unas setenta u ochenta visitas por mes (con lo bonita que estaba cuando todavía no había descubierto que se podían no recoger las propias). De todos ellos, un abrazo especial al público mayoritario: personajes del cono sur que buscan guarradas en Internet con palabras clave tan estimulantes como “putas vejadas” o (es la que recuerdo con más cariño) “putas que se meten mandarinas”. Hay que ver los sitios a los que dirige un buscador... Que por cierto, dudo bastante que en el frenesí de búsqueda de vuestras guarrerías me leáis ni poco, ni mucho, ni nada. Pero os entiendo, no creáis, que uno también consume porno y se anda con la sardinilla, hermanos. Eso sí, sofisticaos un poco, no es tan difícil. Quizá porque tenga filtro de control parental en el Internet que “se aparece” en mi ordenador, quizá por lo que sea, pero pienso que no es la mejor forma de autosatisfacerte audiovisual y digitalmente (¡Ni que fuese tan difícil!) poner lo que se os cruza en el buscador. Por otro lado, tampoco esperaba convertirme en la polla bendita con esto. (¡Mentira puta! Claro que esperaba petarlo, con esto y con otras muchas cosas, pero todo se va a tomar por el culo y nada sale. Cosa normal por otro lado con la calidad, capacidad…). En fin, que este es, como casi todos los blogs, un ejercicio de paja intelectual con el que desahogo pulsiones del ego y la autoestima a los que, como primermundista, tengo derecho. No espero otra cosa, mucho menos si ni siquiera estás leyendo esto.

        ¿Balance del año y perspectivas de futuro? Pues poca cosa. Un año más viejo, más feo, más tonto, más mierda (soy de la teoría que el tiempo mejorar, no mejora nada). Sigo en paro, y en parte por eso continúo (era motivo original, ver entrada número uno). Envejezco y eso me lleva un poco más a la perdida de la esperanza y a la resignación. Por suerte, o lo que sea, he asimilado el blog a la comodidad de la rutina y eso garantiza su supervivencia, por lo menos algunas entradas más. Además, si como ejercicio terapéutico del cable ha fracasado (sigo igual o peor de mis delirios); por lo menos me ha servido para airear alguna polilla y sacar algún bicho muerto del fondo del trastero. Para el futuro poco cambio. ¿Quizá meter algo más largo y reciclado que tenga por ahí?; ¿Seguir pidiendo colaboraciones y gorroneos?; ¿Matar a Horrora Butrón y después revivirla? No sé, ya vendrá y además nos la pela a todos un poco ¿Verdad? Lo único que me daría lástima perder sería el mal gusto, pero es difícil. La realidad, mi propia resaca moral y ética, la tele de sobremesa (topicazo de moderno pose al que le va lo rancio) y un idioma que no declina y que tiene, por ejemplo, más de ocho sinónimos para la palabra “puta”, ayudan bastante. ¡Y nada más!

        Ahora es cuando os ponéis a aplaudir, yo me azaro, doy las gracias remilgadamente y saludo haciendo una reverencia.


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