domingo, 8 de marzo de 2015

Pachanguita III




            En uno de los lados, contra la alambrada, dos forcejean por el balón. Se empujan, se palmean, aprietan ciegos. El suyo consigue el premio. El mío, una hostia soberana. Rueda y suena un viaje, seco, contra uno de los postes metálicos ¡Pong! Es como una campana, vagamente. Paramos para ver el destrozo. No tiene que haber sido nada. Paso de acercarme, no sea que toque volver corriendo. Está tan lejos, tan lejos, tan lejos, tan lejos… Y mi sitio es este, un perro aquí clavado. El de la hostia se rasca el cogote como si prendiese cerillas, los otros se arremolinan y hacen cocos ¡A tomar por el culo, bicicleta! Roto. Partido muerto.

            El cabrón sangra como un berraco. No es de morirse, tampoco, pero las circunstancias propician la hemorragia: pulsaciones, lugar de la brecha… la camiseta se le motea de lamparones pardos. Esto hay que pararlo, al chaval hay que meterle algún punto. Pero la puta gente está loca, cebada. Ellos soplo aprietan para que el herido le ponga huevos y terminemos de una puta vez. El paisano que por el ningún problema. ¡No jodamos! ¡Un poco de cordura, que son tres botellas piojosas de vodka! Al final termino medio: uno el la banda, un “aficionado”, nos salta de espontáneo.

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