domingo, 2 de diciembre de 2012

El curso de limpieza (selección) I



            Horrora Butrón, nuestra querida Horrora Butrón,  se levanta un buen día de la cama, tarde por supuesto que el sueño es una terapia de belleza, antivejez y una fantástica costumbre. Se da de bruces con una carta del servicio público de empleo autonómico. ¿No sería más acertado llamarlo de desempleo teniendo en cuenta que trata a desempleados? En fin, cosas de la semántica, sus misterios y sus dogmas. En ella, se le notifica que ha sido preseleccionada para un curso de limpieza profesional subvencionado por la diputación con el que se pretende reinsertarla. Antes de seguir más adelante, se debe aclarar que Aurelio Memelo es oficialmente un parado más. De hecho, es uno de larga duración, de larguísima duración, de salto de mata y patrocinio social a veces. Aurelio Memelo y Horrora Butrón, ya lo hemos explicado en previas aventuras, son dos personas fiscales y artísticas diferentes, la segunda incluso no existe para el derecho civil, mercantil, económico, procesal y hasta canónico. Lo que hace todas las noches con su arte, que está muy mal pagado y peor sindicado (tiene un convenio lamentable e unipersonal que solamente le atañe, como trabajadora, a ella) es ilegal, sin cotización y en B. pero no nos vamos a tirar de los pelos porque la pobrecita haga estas pequeñas fullerías con todos (más que “con”, “a”, porque el mantra dice que el fisco somos todos, de la proporción de cada uno en ese total no se especifica). Ya estamos acostumbrados, ¿O no? A esos pecadillos veniales de la gente. Aurelio Memelo no es, ni por mucho, un capeón en esta materia del desfalco y la trampa y así lo han citado para la preselección de un curso de limpieza. La teoría dice que ese curso con diploma, firmado al final y clases teorico-practicas, hará que adquiera una formación especcifica para acceder sobradamente preparado al mundo laboral de la limpieza profesional de superficies y mobiliarios (pomposo nombre del curso). Un mundo, casi una panacea, lleno de oportunidades, de puestos vacantes, falto de intrusismo y de ñapa y olé. Aurelio Memelo sabe, que además de una línea más en el currículum y los trescientos que le van a dar cada uno del par de meses que dura, no va a sacar una caca.

            Y hablando de currículums, esa hoja con sus datos personales, una foto y poco más; el que se enterase del curso y solicitase formar parte viene relacionado. Durante todo el mes pasado Horrora butrón debió acudir, y lo hizo muy limpia, vestida y arreglada para no perder la antigüedad, semanalmente a una cita con un asesor de búsqueda de trabajo,  un entrenador del lumpen. Allí la educaron en las nociones básicas de cómo encontrar tan preciado tesoro, usar la red para optimizar la búsqueda y posibilidades, la hicieron un currículum con formato europeo (que ahora estaba, impreso y olvidado, por ahí), la enseñaron a superar con éxito una entrevista (¿De la tele? No, de una empresa) y se la orientó en la cantidad de oferta de formación pública, gratuita y becada (de tener una beca, no del pájaro) que por el mundo pasea esperando, cual Rumi de perfil bajo y acera, que al quien se beneficie de ella o se la beneficien. Tanto monta… ese día, el de la formación y como mejorarla hasta lo superlativo y más allá le hablaron del curso y se apunto. Si la llamaban sería una mañana pudiendo matar la mañana y cincuenta mil por mes cuando se lo pagasen. Un pellizquito, muy pequeño, que amarga menos que una leche y es más difícil de encontrar que ésta. Por intentarlo. De lo que no dijo ni mu la funcionaria, porque funcionaria era su monitora, muy moderna, muy como debe ser, muy igualdad y autoestima (soniquete de la moto institucional) y con mucha prisa todas las veces por empezar con el descanso del mediodía; era que el curre, aquí, para otro, que en la Eritrea que nos tocó al nace res más útil tener un cuñado que una carrera, que en el puesto para el que iba a aprender antes contratarían para desgravar a cualquier miembro de cualquier colectivo en el que nunca estás y que te vas a tener que partir la cara siempre con gente más joven, más preparada, más guapa  y más todo por los mismos puestos de mierda. La base de la pirámide alimenticia del trabajo (en la cual, al menos en este país, la cima la ocupan los necrófagos, los gusanos de los cadáveres y las alimañas. No los súper depredadores. Darwin, explícate eso). No se lo dijo, no. A ella no la pagaban para eso. Ya había justificado el sueldo y no cobraba por objetivos cumplidos. Además, Santa rita, rita, rita, a ella no la podía echar nadie. Y no hacia falta que lo dijera. Todo eso, que era la puta verdad, Horrora Butrón ya lo traía sabido de casa.

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