domingo, 6 de febrero de 2011

La vida es demasiado corta para bailar con "grolas" I




        …Y te das cuenta de una vez que, tanto las feas como los salidos, vivimos de la desesperanza. Por eso, pedazo de gorda, no dejo de mirarte. Intento evaluar la compatibilidad de mi desesperación por meterte la polla con tu falta de esperanza de encontrar algo mejor. De momento me has visto, lo sé, que tampoco soy tan tonto. Estamos en esa mierda de las matemáticas en la que dos circulitos comparten un pedazo del área. No tengo puta idea de cómo se llama eso. Es curioso que a estas alturas y con estos pelos me acuerde de esa gilipollez. Me la explicarían hace un millón de años. Debe ser la primera vez en la vida que la utilizo para algo. Bueno, que la identifico en algo. El caso es que en medio de esa parcelita estamos jodiendo tú y yo, ogro mío, en tu casa, cama, o dónde quiera que me lleves. El sitio lo pones tú, que por algo la puta de los dos soy, evidentemente, yo. Y es que te tenía que cobrar, a ti o al ayuntamiento, por la labor social. Ya te pediré si me dejas darte por el culo cuando andemos a ello. Quid pro quo. Confío en que me lo permitas, es lo bueno de tenerla pequeña, que sé que no te asustaría. A ti, que habrás visto tanto. Espero que tengas sitio, y también dentro de tu ano. Es a lo que me obliga el andar jodiendo en guerrilla por la gran ciudad. Doy muchas cosas por sentado. El bar está oscuro, yo pedo y tu sola, que las que te acompañan te están metiendo buen vacío. Me vuelves a mirar y apartas de un cabezazo ante el contacto visual ¡Cojonudo! Espero que lo estés celebrando ¡Voy a mear! A lo mejor también vomito algo. No me hace falta pero para luego. Para que no me dé un helicóptero encima de ti, reina mora.
        Voy al servicio fluyendo entre la gente. Esquivo sus espaldas flexibilizando mi perfil y metiendo la mano adelantada, la de los jabs que no sé tirar. Tengo la sensación de ser materia blanda, viscosa, resbaladiza que pasa sin contacto físico escurriéndose sigilosamente entre ellos, que no se fijan en mí. Nadie se da cuenta y ya llego. Hay cola. Por encamino algún “perdón” que solo ha escuchado el cuello húmedo de sudor, propio, de mi camiseta roja. Pido la vez como una cincuentona en la carnicería, mejor charcutería (por la imagen de los troncos de fiambre, chóped por ejemplo, deshojándose en lonchas sobre papel encerado gris). “¿El último por favor?”. Entablo minúsculas conversaciones con los aspirantes en fila y es curioso porque soy de esa clase de personas que no da los buenos días a un vecino en el ascensor. El váter de las tías está vacío ¡Milagro! Y sucio, mugriento, el primer minuto después de un atentado terrorista. Excusándome muy educadamente, con clase y con estilo, me meto en él. En realidad parezco un botarate soltando mierda pedante pero agacho la cabeza y me meto, jodiendo a los que esperan para meterse (juego de polisemias). Apoyo un pie contra la puerta y orino en la distancia casi todo fuera. Al otro lado oigo como alguien dice “¿¡Qué hace ese gilipollas!?” refiriéndose a mí. ¡Otro puto iluminado! Al salir se vendrá arriba o abajo, pero yo me habré esfumado, justiciero de los cojones. Con la bragueta abierta y la polla dentro escurriendo la última gota en la lycra del boxer me meto los dedos en la boca. Toco con las yemas el fondo de la lengua, donde se vuelve rugosa como una piel mojada llena de granos. La mano se me llena de una película de saliva hasta la muñeca que se une en hilos con la de la boca y la que gotea al suelo. Vomito algo, bastante, de espuma. Espuma de cerveza será. Aunque no, no la vomito, la babeo. La babeo incesante como el ectoplasma de un poseído en una película de serie B. es la primera vez que me pasa. Por lo menos no es granadina que parece sangre. Me paso hace. Es bonito acostarse pensando que vas a morir por hemorragias, peritonitis… Luego se pasa, la llaman resaca. Otras historias, relleno, cartón piedra. Me limpio las manos a las traseras del pantalón y tiro de la cadena. No funciona, ahí se queda todo.

1 comentario:

Chuchumeco dijo...

¡¡Qué costumbre tan fea esa de echar la parbada cada vez que bebes, se te va a quedar la piñata especial bulímica con tó el mollú!!
Llama a grola...