domingo, 14 de noviembre de 2010

Ricos en sangre I




         La mañana de Reyes la casa siempre amanecía llena de gente, unos treinta o así. El viejo se levantaba una trescientas mil del ala (trampas y pelotazos a la Seguridad Social) cada mes y el seis de Enero, por mucha purga y mucho saco, todavía andaba fresca la herida y seguía sangrando. Era un día en el que los que habitualmente no rascaban nada enganchaban una miseria y los que se lo llevaban todo, con mucha clica, mucha peluca de señorito y mucho no querer dar palo, se quejaban por lo bajo y a puyas de lo que dejaban de ganar. Para mediados de mes otro gallo cantaría y el resto del año la familia, por lo menos la familia de primera división, la importante, solo aparecería el primer fin de semana de cada mes, con la pensión calentita, a pasar la gorra como buenos macacos de organillero. Cría cuervos que te sacaran los ojos. A los putos viejos que nos ocupan les volvían a nacer dentro de las cuencas cada treinta días. El resto de tiempo, ciegos y felices, que por algo Dios (o el Papa, o algún coño así) bendice las ollas grandes. De las pollas no consta si se dijo algo.

         La mañana de Reyes los treinta y tantos de ese artificio social, penitencia y nausea que es la familia, andaban a lo mismo. El edificio, un barracón cuadrado, atestado y sucio, era un albañal donde vertía cada punta y cada puta. Todos daban voces, todos estaban en pijama, todos se desayunaban pantagruélicos a las tantas en rapiña de magdalenas y sobaos, a todos les cantaba el pozo a podrido (por lo menos a los más de ellos) y en medio, ignorada, insultada e ininteligible sin la dentadura postiza, la vieja soñaba ficciones de clan aristocrático en vez de enfrentarse al panorama de campamento de gitanos que su Dios católico le daba cada día. La abuelita era una arpía desgreñada, mal teñida, medio calva, infame en su alma negra de reptil arrastrado. Una caricatura casi que había llenado la fosa aséptica de mierda (Empezando por los hijos e hijas que de su coño vil salieron) y disfrutaba viéndola fermentar maquillando cada zurullo con oropeles de porquera que sacaba de su cabecita pelona. Matriarca, era la culpable de lo que pasaba, de las intrigas de mercadillo, de las peleas, de los odios confesos y convictos. Era “mamá” o “abuela”, según rangos. La mañana de reyes repartía regalos con una justicia que Salomón se hubiese pasado por los cojones una y otra vez, hasta la llaga escrotal.

         Pero la casa estaba llena de paquetes envueltos en colorines, juguetes de todo manto y condición por ahí, espumillón lleno de polvo y todas las gilipolleces estacionales de baja calidad y mala manufactura que cualquier chino puede darte por veinte euros. Bonita, y feliz, estampa navideña que olía a cerrado y a humano que no se lava. Mientras los adultos discutían (ralladura del vinilo) por quién hacía qué y cómo escaquearse en el intento, los niños, pequeña manada de hijos de puta chillones, feos y por asear, abrían juguetes.

         Por la puerta del jardín, barrizal descarnado y tierno con un manzano descomunal y carcomido (viva imagen de la familia), apareció un coche. De la parte trasera de éste se bajaron, los últimos en hacerlo, dos críos con pinta de empollones recién zurrados. Tímidos y con cara de circunstancias, empezaban a intuir el percal que en ese vertedero se acumulaba al sol. Era (repito una vez más y ya que el soniquete me articula el relato) la mañana de Reyes. Teóricamente iban a por regalos, juguetes, etc… pero viéndoles el mirar parecía que los fuesen a degollar. Dentro y por la ventana, todos pusieron mala cara, jeta de gasterópodos con ardor de estómago. Incluso la vieja, la santa y venerable abuela, torció la nariz como el que cata los vapores y emanaciones de unas heces animales recién pisadas. Alguno, el más ruin de ellos, el más vago, el más perro (el niño, o cuñado, mimado de la casa) soltó “¡Ya están aquí esos!”. Mierda rencorosa que todo el mundo pensaba. Mierda rencorosa que todo el mundo, agrupado en torno a un apellido, era.

2 comentarios:

Dirty Clothes dijo...

Pobre niños empollones, a saber cómo esa familia les dejará el cableado de mayores...

sabes que te apreciamos churri...

dirty saludos¡¡¡¡

Dirty Clothes dijo...

Pobre niños empollones, a saber cómo esa familia les dejará el cableado de mayores...

sabes que te apreciamos churri...

dirty saludos¡¡¡¡