domingo, 20 de octubre de 2013

Motivactón y solana I



            El Camino de Santiago, como reclamo turístico, se ha expandido geográficamente. Y digo como reclamo turístico porque dudo bastante que los pelotones centroeuropeos y muchos otros peregrinos nacionales e internacionales estén movidos por la devoción. Así, como atracción y destino de ocio vacacional, han surgido alternativas que hasta permiten elegir la parte de España que se quiere patear. Lógicamente el original es el más transitado, más mítico y, desde Francia atravesando todo el norte, el que más público atrapa. Del más cercano a mí casa, con nombre propio pero bastante parecido a la Vía de la Plata romana, la cual con Santiago no tiene mucho en común, es del que tengo experiencia y no por haberlo hecho. Ahora se está poniendo de moda y por la comarca, que el Camino cruza y las autoridades se encargan de promocionarlo a machamartillo, no hay día del año, se caiga el sol fundido del cielo o llueva a mares, que unos cuantos no pasen equipados con el kit entero: mochila, sombrero, palo, concha…

            Coincidió que en aquella época trabajaba a jornada partida y a medio día siempre me volvía en coche a casa para comer. Era verano y se pueden hacer una idea de lo que significaba el calorcito apretando con fuerza, a las tres de la tarde, en los últimos llanos de la submeseta sur, cerca del límite con la norte. Cuando salía a la antigua nacional que me dejaba en el pueblo, me metía en un tramo en el que me los topaba siempre, bueno, mejor dicho, que los adelantaba caminando por el arcén más colorados que pavas, resoplando, con caras de estar bastante hasta las narices del Camino y para las próximas vacaciones un crucerito y a tomar combinados en la tumbona de la piscina o atracarse en el buffet. Me daban penita porque la mayoría eran señores y señoras guiris como cangrejos, presumiblemente jubilados, y lo que hacían a esas horas no es ni sano ni recomendable (que es la franja de la siesta. Para salir a darse la paliza en esa estación está la fresca del alba, hombre). Los pasaba constantemente pensando “cualquier día me encuentro a uno en la cuneta con un tabardillo de padre y muy señor mío”. Yo me quedaba a cuadros escoceses de cómo estos señores y señoras europeos hechos y derechos (que corre el rumor de las malas lenguas mundiales que son más inteligentes que los meridionales) hacían estas chiquilladas. ¿Es que no lo podían posponer o adelantar para meses más propicios y saludables, como abril o septiembre?

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