domingo, 6 de octubre de 2013

Cita



            Ella se había pedido un brandy ¡Con un par! El bar cedió al detalle y se lo puso en una copa chata ¡Menos mal! Personalmente, me hubiese esperado del lugar un vaso de tubo y su par de hielos o uno cutre de chupitos ¿Cómo les dio por ahí? Ni zorra. Ella, que tenía cuajo de sobra, le metió al líquido un meneo y, tan pichi, se echó para adentro un trago. Hizo algo de coco, como un mal torero, pero lo aguantó bastante bien. Supongo que la bebida no sería muy allá. No tengo ni papa de estas cosas pero ni el precio de la consumición ni el lugar daban para el lujo de algo bueno. A ella el trago le alegró la lengua y se puso a hablar frenéticamente. No la hice mucho caso, pero ante el fuego por saturación (y por hacer un poco el gamba con la copa) me acabé la cerveza y me pedí uno. El primer trago me supo a infierno, la falta de costumbre. Una vez que pasó me quedó un poso calido en el pecho cojonudo. Ella seguía hablando, yo moviendo el líquido y bebiendo. ¡Hay sitios peores en el mundo para estar!

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