“-
Un quark es, para que nos entendamos, una partícula subatómica; una de las
menores unidades en que se puede descomponer la materia que, de momento, se
sepa. Es, entre otras, de lo que están hechos lo átomos. De ahí se puede tirar
para arriba en unidades más grandes cada vez hasta concepciones como el universo
como realidad que engloba todo lo que hay dentro de él o, superando está, un
multiverso donde cada uno de estos universos como el nuestro es una pieza más
conformando un sistema mayor. Lo mismito que una molécula tras otra de agua,
por ejemplo, dentro de un baso, indiferenciadas unas de otras e invisibles
desde nuestro punto de vista en el que solamente se aprecia el conjunto aunque,
indefectiblemente, sepamos lo que hay más allá: las “piezas” en que puede
desmenuzarse ese vaso de agua.
El
espacio es infinito, eso es indiscutible. Podemos saltar del concepto planeta
al de sistema solar, y de éste al de galaxia, y así hasta los límites del
conocimiento actual. Pero después de esta frontera siempre habrá algo más
grande. Algo más grande de lo que a su vez nosotros seremos un componente más
pequeño. Por definición esto también se puede hacer al revés, hacia abajo,
evidentemente. Cualquier cosa, de esta manera, es infinita en si misma y solo
es comprensible como unidad dependiendo de la perspectiva respecto a ella del
que la piense ¿Ves ese clavel de ahí? Tú tienes capacidad de entenderlo como
unidad, de saber lo que es: una flor. Uno de sus átomos, si fuese competente
para ello, ¿Sería capaz de percibirse como “soy una porción de este todo, y
este todo es un clavel, pieza de un ramo, parte de esta habitación”? Dicho de
forma distinta, si a ti te redujesen de tamaño a una escala en la que, de pie
en medio de un quark, éste fuese para ti del tamaño de la Tierra ¿Hasta dónde
alcanzarías a saber? ¿Hasta la molécula? ¿Hasta el trozo de materia del que esa
molécula forme parte, por ejemplo una veta en un guijarro?... Eso no
significaría, en absoluto, que no existan realidades más allá; solamente que no
las entenderías como ahora mismo no puedes saltar más allá del universo,
desconociendo de qué exactamente forma parte éste.
Ahora
bien ¿No sería posible que, así como dentro de nuestra categoría “planeta” se
ha desarrollado el fenómeno vida alcanzando unos niveles de abstracción y
sabiduría capaces del pensamiento físico y matemático sin que a priori nada más
nosotros mismos seamos concientes de ello; repito, no sería posible que dentro
de cada uno de nosotros, en una de esas divisiones inconcebiblemente
minúsculas, se hayan producido las condiciones necesarias que brotasen algún
tipo de vida y que ésta evolucionase lo suficiente para que sus miembros
poseyeran inteligencia abstracta y sus “pensadores” estén comprendiendo, a
medida que lo razonan, el funcionamiento del universo entero y las matemáticas,
el idioma de dios?
Con
esta hipótesis, valida desde el prisma cuántico de que dentro de un infinito se
terminan por dar todas las posibilidades, se puede afirmar que dentro de ti, de
mí, en alguna parte, hay de todo: “civilizaciones” vivas, lenguajes,
escrituras, “civilizaciones” muertas, manifestaciones artísticas maravillosas y
abominables, culturas, todo aquello que la vida en su lucha por permanecer pare
de divino y monstruoso, historia, guerras, decadencia, evolución, ciencia…
¡Todo! Y todo en todas las potencias, estados y recuerdos; en presente, pasado
y futuro. Lo peor de esto es que no nos enteramos de ellos y, si lo hacemos, no
tenemos forma posible de establecer un canal de comunicación con nuestra
intra-vida.
¡Ojo!
No estoy hablando de hombrecitos o gnomos dentro de nosotros. Hablo de que, por
ejemplo, nosotros habitásemos la
Tierra y ésta fuese un diminuto, diminuto, quark dentro de un
átomo cualquiera indistinto a otros muchos idénticos de “la piel del dedo gordo
del pie de gigante inmenso” que no supiese de nosotros y que lo máximo que se
aproximase a conocernos fuese teorizarnos como yo ahora mismo teorizo a las
formas de vida para las que soy su “gigante inimaginable”. ¿Comprendes lo que
quiero decir?...”
“-
Pues si… Esto… creo que si.”
Con razón o sin ella el ladrillo que
me está metiendo es importante. No tengo yo el cuerpo para esas retóricas sin
haber dormido desde hace un día entero y estando muy jodido por dentro, tanto
orgánicamente como de lo invisible. Estoicamente asiento a la disertación cada
vez que me permite meter un “sip”, un “ajá” o, si el hueco es lo bastante
amplio, repetir sus últimas palabras y que esa coletilla sea el feedback.
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