Aurelio Memelo va a sellar la
cartilla del paro. Lo hace porque le toca y porque una cosa hilvana muy bien co
la otra y me saco de la manga un motivo razonable para seguir y darle a esto
continuidad narrativa. Lo debe hacer porque si no perdería la antigüedad y los
fantásticos privilegios que eso le procura como la mencionada entrenadora o la
vez que la escribieron ofreciéndole la participación gratuita en un seminario
de baile moderno. Por lo visto, desde las instituciones se creen que todo el
monte es orégano y que el personal no se entera. Además han pasado las tres
semanas perceptivas y tiene que haber salido la lista de los elegidos para
limpiar. Preguntará en el mostrador y, si hay suerte y el del otro lado tiene
el tubillo de la gónada sin anudar, se enterará. Otra mañana perdida. Lo que
Horrora Butrón desconoce, porque no es tecnológica la pobrecita, es que ambas
cosas las podría solucionar en la red. En diez minutos frente a un ordenador
tendría todo listo. Eso nos dice que este terruño infame se hizo como escuela
del arte del robo. Puedes pasar el paro vía Internet. ¿Quién coño no dice que
lo puedas hacer desde cualquier terminal del lugar de trabajo ilegal dónde te
lo llevas calentito sin declarar? Al que no cobra una mierda y no encuentra
otra cosa le vale porque no tiene más remedio que agarrarse a eso y hacer la
trampa. Al que cobra algún subsidio, ayuda… el negociete le sale redondo, dos
paguitas cada fin de mes mientras dura. Aurelio Memelo acude a la oficina de
desempleo porque no sabe hacer la fullería y su trabajo como vedette le es
compatible con las gestiones en horario de oficina.
Va para allá a media mañana. Eso
hace que la gente se acumule entre el pico de la campana estadística del público
y el descanso de los artistas (los oposicionados del lugar) que andan al tercer
cafelito. Raro que entre esa tropa no den más tabardillos por el exceso de
cafeína en sangre con tanto como se meten. Mientras espere que le llegue el
turno (siempre hay que esperar en los ratitos burocráticos) mira las ofertas
del tabón de anuncios. Una es como pastor en un pueblo que debe andar por dónde
cristo pegó las tres voces. Otra lleva expuesta desde el verano pasado. Con la
que está cayendo la habrán cubierto, habrán cubierto la de pastor incluso, ya.
Llega. Entrega la cartilla. La piden el DNI (¿Cómo harán para comprobar la
identidad sellándola online? Porque una contraseña de caca y un nombre de
usuario no garantía la identidad de nadie) y tramitan el invento en un minuto. Está,
hasta dentro de tres meses. Eso si no encuentra trabajo antes como, por
ejemplo, alto ejecutivo de multinacional o piloto de fórmula uno (¿Cómo cotizará
un piloto de fórmula uno? El dónde ya lo sabemos, en suiza, que son muy
puntuales y muy multiusos allí). El curso de limpieza, si se lo conceden. No contará
como trabajo en el sentido oficial y estricto y por eso no se librará de
volver.
Pregunta por cómo enterarse del
resultado del proceso de selección. El del mostrador se queda a uvas y traslada
la cuestión a uno que está en un escritorio muy afanoso y muy concentrado en el
ordenador. La virgen maría baja entonces a hacer unos papeles y con su gracia
celestial hace que al del escritorio le de una pedrada y se ocupe del tema. Busca
en la base de datos que sea e imprime una hoja con la lista de convocados y
suplentes. Se la pasa al de mostrador y éste a Aurelio Memelo. Bien educadito,
le da las gracias y se retira con el papel y la cartilla guardando ésta última
en la cartera y dejando paso al siguiente. En seguida le echa el ojo. Pasa nombre
tras nombre y (rataplán, redoble de palillos) el suyo está el último de los
seleccionados. No tendrá ni que esperar por una baja. Se pone contenta perdida
y sigue leyendo un par de directrices sobre donde y cuando empieza. Guarda el
papel en un bolsillo y se asegura de acordarse de todo para no perderse el
importante e inútil primer día. Se le ha alegrado el día. Para celebrarlo, para
en un bar muy castizo y muy de fritanga. Se toma una caña con tapa de
empanadillas que le sabe a gloria pura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario